Cuidados óptimos del perro de caza

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Los cuidados del perro de caza deben comenzar en el mismo momento en que adoptamos al cachorro para lograr la socialización del animal con su nuevo entorno. De esta forma, lograremos alcanzar los objetivos deseados tanto en la convivencia y educación como en el posterior rendimiento cinegético.

 

En el periodo inicial de la vida del perro es fundamental programar una correcta desparasitación e inmunización. Para ello, acudiremos al veterinario, quién, tras desparasitar al perro, continuará con el programa de vacunación iniciado por el criador.

Este programa constará, al menos, de vacunas frente al Moquillo, Parvovirosis, Hepatitis y Leptospirosis.

La inmunización correcta frente a dichas enfermedades requiere varias revacunaciones durante el primer año de vida y una dosis de recuerdo a los tres años. En el caso de la Leptospirosis la vacunación debe ser anual.

En algunas CCAA es obligatorio, además, vacunar a los perros frente a la Rabia.

Respecto a los supuestos efectos negativos de las vacunas, disminuyendo la capacidad de los perros para la caza, debemos aclarar que no existen evidencias científicas que demuestren tales consecuencias y que simplemente se trata de una superstición sin fundamento.

Los perros adultos, que reciben cuidados óptimos, deben desparasitarse cada tres meses siguiendo el consejo del veterinario.

Para ello, se establecerá un programa antiparasitario basado en los resultados del análisis coprológico y en la exposición a los factores de riesgo a los que se enfrente el perro.

Es muy importante, asimismo, mantener a nuestros canes libres de ectoparásitos (pulgas y garrapatas), pues además de las molestias que causan con sus picaduras, también transmiten enfermedades peligrosas como la Babesiosis o la Ehrlichiosis.

A esto debemos sumar las molestias y complicaciones posteriores, por transmisión de enfermedades, cuando las garrapatas o las pulgas pasan al hombre.

 

La alimentación es otro punto esencial en los cuidados del perro. Esta debe ajustarse a las necesidades del animal, que varían con la edad y el trabajo que desarrolla en las diferentes épocas del año.

El cachorro debe consumir, de 2 a 4 veces al día, alimento energético y digestible que cubra las necesidades durante la fase de crecimiento rápido, pero que no resulte excesivo y provoque alteraciones por estimular un desarrollo demasiado precoz.

El perro adulto, a partir de los 10-12 meses, puede pasar a alimentarse una vez al día con una ración ajustada y suficiente para satisfacer sus diferentes necesidades en cada época del año (reposo, entrenamiento, caza).

Un error frecuente es pensar que el día antes de la caza el perro debe ayunar. Al contrario, la caza supone un esfuerzo importante y para realizarlo con éxito precisa la energía que le proporciona el alimento. Incluso, si la jornada se prolonga mucho, es conveniente que reciba una pequeña cantidad de comida a media jornada y agua de beber con frecuencia.

Cuando se aproxima la nueva temporada de caza, la media veda en gran parte de España y el inicio de la caza mayor en algunas CCAA, debemos considerar que los perros, colaboradores imprescindibles de la actividad cinegética, generalmente han estado medio parados, pasados de peso, desentrenados y que se van a enfrentar a un ejercicio intenso en condiciones de calor y escasez de agua. En este contexto es frecuente que sufran Golpe de Calor. Para evitarlo debemos ofrecer a los perros agua de beber durante la jornada y proporcionarles condiciones para que puedan refrescarse.

 

Otro aspecto que debemos cuidar es el transporte, sobre todo cuando las distancias son largas y el tiempo que permanecen dentro del remolque, transportín o coche es prolongado. Es peligroso hacer viajar a los perros encerrados en los maleteros de los coches. El riesgo es máximo en los días de calor y son frecuentes los casos en que se produce la muerte de un perro por quedar cerrado en un maletero o en un remolque poco ventilado un día de calor con el vehículo estacionado al sol.

 

Los perros de caza mayor, además, están expuestos a los posibles traumatismos que les producen, fundamentalmente, los jabalíes y que solo podemos prevenir protegiendo con chalecos y collares anchos a los ejemplares que más frecuentemente y con menos experiencia se enfrentan a los agarres.

Cuando se produce el accidente, estas medidas deben complementarse con la aplicación de los primeros auxilios y, si precisase atención más especializada, el traslado urgente al veterinario.    

 

Todas estas medidas tratan de que nuestro perro disfrute de unas buenas condiciones de vida y que cuando salgamos de caza se pueda comportar como un verdadero atleta, ofreciendo sus mejores cualidades en el ejercicio cinegético.Luis Eusebio FidalgoDoctor en Veterinaria

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