Bea Alcoya
Federación Riojana de Caza
Colaboradora de Mutuasport
Si cuando nos tomábamos las uvas con nuestros seres queridos, y dábamos la bienvenida al 2020 nos hubieran dicho que estaríamos viviendo lo que en el día de hoy nos acontece, seguro que nos hubiéramos reído, pensando que una pandemia, solo ocurre en las películas.
Pero como siempre pasa, la realidad nos vuelve a golpear, y nos da un toque de atención, diciéndonos, “eh señor humano, no te olvides de que no eres todopoderoso, de que no eres el rey” y es que si algo estamos aprendiendo en estos días de encierro, es que somos una mota de polvo en medio de un gran universo.
Desde que se decretara en nuestro país el estado de alarma, debido a la gran pandemia mundial que estamos viviendo, el Covid-19 o Coronavirus, como más coloquialmente lo conocemos, había llegado a nuestro país, y la cosa parecía seria, aunque, jamás nos imaginábamos que tanto.
A todos nos pillaba por sorpresa, nadie que recuerde, había vivido un momento así y yo con mis 32 años, no recordaba nada parecido, no sabíamos en qué consistía un estado de alarma, estábamos en tierra de nadie, con muchas dudas, miedo e incertidumbre. Con la sensación de estar viviendo una cámara oculta. ¿Cómo puede ser, que en un país desarrollado con todos los medios y tecnología a nuestro alcance, pudiéramos estar viviendo una pandemia?
Hoy después de 23 días en casa, y miles de muertos en nuestro país, somos mucho más conscientes de la realidad y también de todo lo que teníamos, de esas pequeñas cosas que cada día nos hacían sacar una sonrisa pero que siempre se nos pasaban por alto.
Llevamos 23 días en casa, algunos, lejos de sus ciudades natales, lejos de la familia, muchos han perdido familiares, pero todos estamos poniendo nuestro grano de arena para salir de esto lo antes posible.
Lo que está claro, es que cada uno de nosotros piensa cada día cuales son todas aquellas cosas que vamos hacer cuando todo esto acabe y seguro que la primera de todas ellas, es abrazar a nuestros seres queridos, visitar a nuestros padres, abuelos, hermanos, a la cuadrilla, volver a sonreír delante de una lumbre con un buen calderete y un vino mientras los más mayores nos vuelven a contar esas historias de caza que tanta pasión albergan.
Salir al campo, otro de las grandes actividades que tanto anhelamos estos días, ¿Cuántas veces os asomáis a vuestras ventanas y pensáis, ojala un poquito de olor a romero ahora?
Todavía no sabemos cuándo saldremos de esta, no sabemos cómo será el primer día que podamos volver a salir de manera más libre a la calle, pero no tengo duda de que todo esto va ser un antes y un después, va suponer un cambio en nuestra sociedad, en nuestra manera de pensar y también en nuestra manera de vivir.
Volver a ver los corzos, escuchar la berrera, el olor a romero y tomillo, placeres de la vida, que aunque como cazadores ya vivíamos con intensidad, después del confinamiento seguro que lo vivimos como un extra de energía y de vida.
Éramos ricos y no lo sabíamos.
