Cazador Responsable con la caza, consigo mismo, con sus compañeros y con el medioambiente.

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Daniel Gómez

Federación de caza de Castilla la Mancha

Creador de Playmocaza

 

El cazador es un ser apasionado, ¿de qué otra manera sino se podría entender sus desvelos previos a una jornada de caza?, ¿cómo explicar que no ceda en sus empeños por mucho que estos le lleven más allá de los límites físicos? O ¿Por qué el corazón se le sale del pecho con la simple arrancada o visualización de un animal? Todo ello, y mil cosas más, son fruto de esta definición, ni más ni menos.

 

A veces la pasión, puede nublarnos la razón y en ciertos momentos puede no ser malo, pero debemos tener cuidado. Dicha pasión nunca debe anteponerse a conceptos tan importantes y necesarios como SEGURIDAD, LEGALIDAD, MORALIDAD y por conjunto de todo lo anterior RESPONSABILIDAD.

 

El acto de responsabilidad en el cazador, y hacerlo de una forma comprometida, debe de ser el principio número 1 que rija la actividad tanto en un carácter general, individual, por supuesto colectivo, e incluso medioambiental; y es que la falta de ésta puede llevar a poner en entredicho la actividad, generarnos un problema personal, a nuestros compañeros o incluso al propio medio. Ser un cazador responsable no tiene por qué ser difícil, en muchos casos simplemente supone aplicar nuestros conocimientos, y en caso de duda la lógica.

 

Al hilo del anterior y a fin de simplificar ideas, procede explicarlas y ejemplarizarlas, teniendo por asimilado el concepto de que el acto responsable parte de la idea que éste se da cuando se actúa de una forma segura, legal y moral.

 

Un cazador es responsable con la caza, cuando sus acciones no suponen un deterioro de la imagen de ésta, pudiendo en muchos casos ensalzarla y potenciarla. Si somos cazadores seguros, es más que posible que se puedan evitar accidentes por negligencia, que en sí mismos cuando se dan, pueden causar una imagen de actividad peligrosa, cuando ésta si se hace correctamente no tiene por qué serlo, y así demostrar que la Caza es una de las actividades más seguras. Si las normas y leyes se cumplen, contribuiremos de ésta forma a señalar y apartar de nuestro colectivo actos delictivos como el furtivismo, que poco o nada tienen que ver con la caza, y que desde algunos círculos de interés, nos intentan interponer para negativizar la visión de la actividad; o como el cumplimiento de cupos y vedas, que llevan a mostrar que el cazador actúa conforme a los planes conservacionistas fijados por los técnicos correspondientes. Finalmente, cuando cazamos moralmente, por ejemplo y como en el punto anterior, anteponiendo principios conservacionistas y sostenidos en la ciencia, estamos mostrando que con la caza se puede sostener y equilibrar el medio y por ende mostrar otra idea positiva de la caza. Cuando tratamos a las piezas abatidas con el debido respeto que merecen tanto en su caza como en su muerte, mostramos que cinegéticamente NO TODO VALE.

Un cazador es responsable consigo mismo, cuando teniendo en cuenta todo lo anterior, garantiza por medio de sus actos, su propia seguridad, utilizando prendas reflectantes que garanticen su localización y visualización en todo momento, utilizando un equipo en correcto orden de revista y de forma adecuada evitando situaciones peligrosas como el pistear un animal herido en medio de la noche, o realizando actividades que estén dentro de sus capacidades físicas. Sí se es responsable con uno mismo, el cazador se preocupará de conocer las leyes y normas que conformaran la actividad a realizar para de este modo no incumplirlas, manteniéndose actualizado de los cambios que en estas pudieran producirse y estudiándolas siempre atentamente, y así evitar posibles sanciones, a la par de actuar conforme a dichas leyes, reglas o normas. Para terminar, moralmente uno es responsable consigo mismo cuando sus actos responden  a actos que supongan interpretar la caza de una forma ética, potenciando los actos conservacionistas, dando valor al cómo por encima del cuanto o valorando las variables de incertidumbre y dificultad por encima de garantías o tamaños, y sobre todo teniendo en la cabeza de una forma muy clara que TODO NO VALE.

 

Un cazador es responsable con los compañeros, al igual que antes, teniendo en cuenta lo ya expresado hasta ahora, pero además garantizando la seguridad de sus compañeros de caza y demás participantes directos o indirectos de la jornada, preocupándose de que los tiros en caso de realizarse siempre se hagan con total seguridad, manteniendo la mano en jornadas de menuda, o no moviéndose del puesto en las monterías para así tener todos conocimiento de la situación de cada cual, y por supuesto teniendo especial cuidado en la carga descarga y porte de las armas en presencia o no de otras personas. No debemos menospreciar que la responsabilidad con los compañeros también parte de la legalidad que asumimos, pues tener todos nuestros papeles en regla y especialmente el seguro es garantía inequívoca de todo esto. Un cazador responsable con sus compañeros debe tener un buen seguro, que cubra cuanta más posibles incidencias mejor, y con una cobertura en responsabilidad civil amplia.  El respeto por cupos y normativas intrínsecas de la actividad que garanticen el disfrute e igualdad de oportunidades para todos. Finalmente, moralmente la responsabilidad con los compañeros es igual de importante, y recae mayoritariamente en el cumplimiento de lo anterior, pudiéndola definir simple y llanamente como RESPETO hacia el prójimo. Cómo se suele decir, respeta si quieres ser respetado.

 

Un cazador responsable con el medioambiente, tendrá en cuenta alguna de las ideas mostradas anteriormente, y concretamente tratándose de seguridad garantizará que por medio de sus actos no realizará ninguno que pueda contravenir la conservación del medio, como por ejemplo evitando actividades que puedan generar incendios, incentivando y adaptando municiones cada vez menos contaminantes con el medio, y por supuesto recogiendo cualquier desperdicio que pueda generar. Del tema legal, tan sencillo como asumir las leyes y normas con respecto a productos que se pueden usar y no usar, y en todo caso siempre obrar con lógica, manteniendo estrictos controles poblacionales que mantengan la fauna en equilibrio de acuerdo a los planes técnicos y estudios del medio, manteniendo los cauces de los ríos y puntos de agua en condiciones, así como no desatender la flora del entorno. Igualmente contar con un buen seguro tanto para el acotado como el particular puede ayudar en caso de accidente, a restituir daños. Concluiremos que ser responsable con el medio, en gran medida parte de ser moralmente correctos con su conservación conforme a una buena y correcta gestión, a fin de cuentas del medio nos proveemos en todos los sentidos, y de nosotros depende que este siga produciendo, hay que cuidarlo. El campo no es de todos, pero si es responsabilidad de todos.

 

 

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