EDUCACIÓN AMBIENTAL Y EN LOS VALORES DE LA CAZA

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Bea Alcoya

Federación Riojana de Caza

Colaboradora de Mutuasport

 

Para empezar con este artículo deberíamos hacernos primero una pregunta ¿Qué es la educación? Todos aquellos que somos padres sabemos que una de nuestras máximas preocupaciones desde que nacen es su educación. Pero, que entendemos por educación, es una de las claves fundamentales para que nuestros futuros jóvenes sean de verdad personas con un alto valor espiritual, conceptual y humano.

 

Seguro que a todos se nos viene a la cabeza y por costumbre separamos la educación escolar, con la educación moral. Y tenéis razón al hacerlo pero creo que una sin la otra no sirve para nada.

 

Es importante entender que la educación se da en dos variantes, la educación que se recibe en los centros escolares, en las clases particulares, en la academia de ingles y en las clases de música, también en los partidos de baloncesto, los cursos de raqueta o los días de natación en verano. Todo eso es educación, una educación que depende de personas externas preparadas, que con todo su amor y vocación les darán sus conocimientos para hacerlos unas personas muy competentes el día de mañana.

 

Pero la educación en valores, la educación moral, esa educación se aprende en casa y forma parte de nuestro trabajo como adultos ya sea desde la figura de padres, abuelos, tíos o tu amigo mas cercano, enseñar a nuestra nueva generación esos valores que los impulsaran como una buena persona en la sociedad actual y que sin duda es la base de cualquier éxito.

 

En la caza pasa lo mismo. Tenemos dos tipos de educación, la educación ambiental, más científica y la educación en valores que sería la educación moral.

 

¿Qué es la educación ambiental?  Cuando pensamos en Educación ambiental a todos se nos viene a la cabeza, aquellas excursiones escolares que realizábamos a zonas de reserva, parques naturales, donde unos apasionados del campo; biólogos, ambientologos, forestales, ingenieros… nos explicaban con pasión los diferentes habitantes de aquel lugar, nos deleitaban con pequeñas muestras de excrementos, nidos, plumas, también de diferentes frutos o hojas de la flora y como el conjunto de todo, formaba aquel paraíso llamado reserva, parque nacional o simplemente el monte que teníamos en nuestro pueblo y que daba nombre al mismo. Para ellos era pasión por su trabajo, lo recuerdo así, porque si os cuento un secreto, siempre quise ser esas personas y por ello me hice bióloga. Para nosotros era el día sin clase, un día diferente, casi siempre con buen clima, comiendo fuera de casa, viajando en bus con alguna que otra trastada y sin tener que aguantar el pesado profe de mates.

 

Pero no quiero extenderme mucho en mis vivencias personales con estas excursiones tan importantes en mi vida, así que sin dar más rodeos considero que eso es la verdadera educación ambiental, la que te plasma en los libros de naturaleza pero sobre  todo la que te saca al campo y te relaciona con ella y esa relación, ese entender, ese sentir, es lo que denominaríamos la educación en los valores del campo que como no podría ser de otra manera están completamente ligados con los valores de la caza, por no decir que son uno mismo independientemente de que practiques la caza de manera activa o no.

 

Centrándonos un poco en estos valores morales, volveríamos un poco al inicio de este articulo, la moralidad, los valores éticos, el buen hacer se aprende desde pequeños y los niños copian e imitan lo que ven, por ello es tan importante lo que les transmitimos y como se lo transmitimos. Tenemos la suerte de ser cazadores, pero también tenemos la suerte de haber tenido una buena educación ambiental principalmente porque nuestros días de verano, otoño, invierno y primavera han transcurrido en los campos españoles incluso algunos con más suerte en el extranjero. Y  todas esas experiencias vividas con nuestros mayores en el campo nos han dado la educación que tenemos ahora. Somos capaces de reconocer el canto de los pájaros, diferenciar los animales a simple vista e incluso saber sin unos prismáticos si puede ser un macho, una hembra, si el comportamiento al observarte, ellos a ti, es propio de una madre con su cría, lo cual nos indicaría que debemos alejarnos de aquel lugar. También sabemos observar la flora y comprobar la importancia de una buena relación entre el reino animal y el reino vegetal, ambos mundos tan alejados, pero tan unidos al mismo tiempo, sabemos comprender la importancia de cuidar el entorno en el que vivimos, percatándonos de las carencias de agua en verano, o de comida para las épocas de cría, sabemos diferenciar las huellas de los visitantes de la charca que hicimos con tanto amor el invierno pasado y que llenamos de agua la semana anterior. Y ese reconocimiento es todo lo que necesitamos para sentirnos plenos con nuestra labor, saber que estamos ayudando a que el medio siga adelante a que el ecosistema se siga manteniendo en equilibrio.

 

Los que lean este artículo como cazadores, pueden preguntarse ¿Qué tiene que ver todo esto con los valores de la caza? Y la respuesta es clara, todo esto que os he contado y todo lo que aun se queda en el tintero, es lo que es verdaderamente la caza y lo que nos da el titulo de cazadores.

 

Para aquellos que lean este articulo y ojala sean muchos, que sean ajenos al mundo cinegético, espero que les sirva para plantearse cuál es la mejor manera de ayudar al campo, de conservar lo que tenemos, de disfrutarlo y de aprenderlo.

 

Ya para despedirme y como reflexión personal, os puedo asegurar a todos, cazadores o no, que no hay mayor placer en este mundo que poder compartir un día de campo con tu familia y poder hacer descubrir a los más pequeños que entre esas jaras, esos robles y en esos laderos existe un mundo real y natural que nada tiene que ver con lo que estamos acostumbrados a ver pero que es la esencia de todo lo que somos. Y os aseguro que la recompensa será vuestro mejor premio por que la educación es la base de nuestro buen hacer.

 

 

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