El cazador, el primer ecologista

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Ramón A.C. Fitó

Federación Catalana de caza 

Colaborador de Mutuasport

La caza provoca hoy en día sentimientos muy enfrentados, odio o pasión, dependiendo del punto de vista que analicemos. En muchos ambientes urbanitas, la caza está muy mal vista, sin ninguna duda por falta de información o por una sobre dosis de desinformación, cosa que es mucho peor. La caza está íntimamente relacionada con el mundo rural y con la naturaleza, no nos engañemos, el cazador, es sin ninguna duda el primer ecologista, el primer conservador del medio ambiente, el primer interesado en que los animales sigan en su medio natural, para poder hacer aquello que más le gusta, cazar

 

Seguramente no sea de lo más acertada la definición del diccionario de la lengua española sobre el verbo cazar: “Buscar o perseguir aves, fieras y otras muchas clases de animales para cobrarlos o matarlos”. Señores, la caza es mucho más que eso, la caza es todo lo que pasa antes, durante y después de la muerte del animal, en estos momentos es cuando tenemos que reflexionar con las sabias palabras del gran filósofo Ortega y Gasset. “No se caza para matar, sino al revés, se mata por haber cazado”.

 

Desde fuera de nuestro circulo puedo llegar a entender que esto parezca una autentica pantomima que no se aguanta por ninguna parte, pero quizás falta tener un poco más de conocimiento. El arte de la caza, la cinegética, es una actividad que esconde otra cara mucho más sentimental repleta de sensaciones y emociones que tan solo pueden llegar a entender quienes la practican. Lo podríamos resumir en estas palabras: SENTIR, CONOCER, ESTUDIAR, PROTEGER, DESCUBRIR, AYUDAR, OBSERVAR, CONTROLAR, GESTIONAR, AMAR… 

 

El cazador siente mil y una sensaciones que muchos desconocen, desde cuando el aire le acaricia la cara al sonido tan especial que origina el bosque cuando despierta. El cazador vibra y se emociona ante el ladrido de un corzo, el crujir del monte cuando avanza un venado o el canto de la perdiz. El cazador es un gran conocedor del territorio, su conocimiento es fundamental por ejemplo para guiar a los bomberos cuando hay un incendio forestal o si se tiene que buscar a alguien que se ha perdido. El cazador se preocupa que los caminos y accesos estén transitables y en épocas de sequia lleva incluso agua para que los animales puedan beber. El cazador observa en silencio todo lo que pasa a su alrededor, siendo una ficha importante a la hora de realizar censos o emprender proyectos de conservación y protección de animales con el fin de garantizar su aprovechamiento cinegético sostenible. El cazador protege los hábitats y protege a los animales con las vedas. El cazador es una pieza fundamental a la hora de gestionar las superpoblaciones de animales salvajes causantes de provocar las llamadas “emergencia cinegética”, como hemos visto en estos tiempos de pandemia, con los jabalís o los conejos, la caza es uno de los sistemas más efectivos para ayudar a evitar los daños a la agricultura, los accidentes de tráfico o la transmisión de enfermedades causadas por ellos.  Gracias a la caza se han conseguido salvar muchas especies, la más cercana por ejemplo en España es la cabra montesa que pasó de estar a un paso de la extinción, a estar a punto de morir de éxito.

 

El cazador no mata, el cazador caza, los animales se matan en los mataderos para surtir de carne las tiendas y restaurantes donde tanto nos gusta comer. El cazador ama a los animales y a la naturaleza, el cazador es el primer ecologista y un gran conservador, todo sin recibir nada a cambio o incluso pagando por ello. Y por si aún no queda claro, para un cazador lo más importante no es cazar, sino estar cazando.

 

 ¡La caza es vida, viva la caza!

 

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