La escasa responsabilidad civil del seguro obligatorio supone uno de los mayores riesgos para los cazadores

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Artículo escrito por D.N

en colaboración de la Federación Navarra de Caza

Ampliar voluntariamente la cobertura puede evitar costear sumas de cientos de miles de euros e incluir los daños propios: 90.151,81 euros.

 

Esa es la cantidad que el seguro básico, el que obligatoriamente han de suscribir todos los cazadores, va a cubrir como máximo en las indemnizaciones de daños corporales que se ocasionen a una persona durante la acción de caza.

 

Ese ámbito de responsabilidad civil, no referido a los daños propios, será el límite que la cobertura mínima que dictamina la ley ofrecerá a aquel cazador que salga al campo sin valorar de forma conveniente los riesgos que va a asumir durante una jornada cinegética.           

 

¿Es mucho dinero? ¿Es poco si tenemos en cuenta que hablamos de una actividad de riesgo en la que se manejan armas de fuego?

 

Un accidente puede ocurrir cuando menos se lo espera, y en el caso de los seguros de caza, el precio que uno ha de costear quizá no sea el mayor de los aspectos a tener en cuenta, sino que se debería poner encima de la mesa una diversidad más amplia de factores, muy importantes si llega el momento en el que tenemos que afrontar un siniestro.           

 

En el mercado, las compañías de seguros ofertan una variedad más completa que la mera cobertura básica, precisamente porque han comprobado que las indemnizaciones medias a las que están condenando los tribunales superan en bastantes cientos de miles de euros esa cantidad de 90.151,81 euros. De tratarse, por ejemplo, de accidentes de gravedad, las cuantías fácilmente pueden rebasar los 400.000 euros, mientras que siniestros en los que alguno de sus participantes haya sufrido lesiones que lo incapaciten permanentemente, esas indemnizaciones se elevan por encima del millón. Lejísimos de la responsabilidad civil del cazador en la cobertura obligatoria.           

 

No es el único motivo para valorar la ampliación de las coberturas, sino que también hay que tener en cuenta que en el seguro de responsabilidad civil no se incluyen los daños propios o los de las armas. De incluir estos supuestos en el seguro, la compañía se haría cargo de las indemnizaciones a los familiares, si en un hecho extremo el cazador falleciera o quedara inválido, en tanto que costearía los gastos médicos. En cuanto a las armas, una mayor cobertura implicaría que la pérdida, el robo o la rotura de las mismas también serían correspondidas con indemnizaciones por parte de la empresa con la que se hubiera contratado el seguro.           

 

Desde la Federación Navarra de Caza (FNC) recomiendan a sus federados como a los cazadores en general que adecuen sus seguros a los riesgos que implican sus actividades cinegéticas, ya que, obviamente, no es lo mismo participar en una montería que en una jornada de caza menor. Sea como fuere, la entidad remarca que contar con un seguro de caza más completo que el obligatorio siempre es aconsejable, ya que, además de ampliarse la cobertura de la responsabilidad civil, se incluirán los daños propios, para que el cazador fuera atendido de las lesiones que sufriera con la máxima atención y sin ponerse a valorar en esos instantes las facturas que después tendría que abonar.           

 

Porque hay que reseñar además que, de producirse un accidente durante una actividad de caza, la Seguridad Social no pagará los costes de los servicios sanitarios que requiera el cazador. Y no solo entran aquí las heridas de gravedad, como, por ejemplo, un disparo de escopeta que provocara una determinada pérdida de visión (y que conllevaría unos gastos médicos de más de 250.000 euros), sino que las atenciones de un simple esguince provocado por una caída tampoco se verían sufragados por la Seguridad Social.           

 

La FNC colabora con Mutuasport, una empresa especializada en la seguridad durante la práctica de la actividad cinegética y desde la que avisan de que “los tratamientos médicos son costosos, por lo que una buena póliza, de una cuota no muy elevada, ayudará a salvaguardar la salud del cazador y su integridad en sus aventuras cinegéticas”. “Hoy en día -añaden-, salir al campo portando un seguro obligatorio de cazador por importe de 90.151,81 euros es aventurarse a que puedan meter mano en tu bolsillo si eres el único responsable y causas a un tercero un perjuicio importante”.

 

Ya hay voces dentro del mundo de la caza que reclaman una nueva legislación para que se amplíe la cuantía de este seguro obligatorio hasta llevarla a cifras más acordes a la realidad de los accidentes. Pero hasta entonces, es recomendable no valorar tan solo el costo de los seguros, sin examinar la gran variedad de situaciones en las que puede verse inmerso un cazador en un siniestro. “Los cazadores conocemos el campo, conocemos la fauna, pero muchos de nosotros no somos conscientes de lo que cubre nuestro seguro ni de los riesgos que asumimos”, indican desde Mutuasport.

 

Por ello, subrayan que la inversión que se realiza en una buena póliza de seguro es la más barata que se hace durante toda la temporada y es algo a analizar muy fríamente, porque la cobertura de la responsabilidad civil podría ascender hasta el millón de euros; la de daños propios podría generar indemnizaciones de hasta 60.000 euros; la de daños al arma abonaría gastos de hasta 1.500 euros; y se podrían abrir otras, como la defensa jurídica o incluso los daños en los perros de caza o también en las aves de cetrería. Una cobertura total para contar con la máxima seguridad posible en las actividades cinegéticas.

 

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