Joosé Ángel Durán
Federación Extremeña de Caza
El tres de julio de mil novecientos noventa y uno fue el día que mi querido padre se acreditó como tal, después de que un servidor pusiera punto de partida a una nueva vida. Tres décadas después es tiempo más que suficiente para despejar y valorar el que quizás sea el principio más importante de la vida, la familia.
Mis padres han sido siempre los ejes más importantes en cualquier aspecto a lo largo de estos treinta años y hoy, abusando de ello y del permiso permanente que me otorga mi querida madre, estas líneas me van a permitir expresarme sobre el autor paterno de mi creación y nuestro vínculo cinegético.
D. Víctor Durán, mi padre, seguro que no estará nada orgulloso de que le haya puesto Don, pues es una de esas personas humildes, trabajadoras y valientes que no ha hecho otra cosa en su vida que contribuir a mejorar la vida de los demás, quedándose siempre en un segundo plano, a pesar de tener aptitud y actitud para llegar allí donde hubiera querido estar. Prudente, comprometido y sobre todo pasional. Dicen que nada grande se ha hecho en el mundo sin una gran pasión, y mi padre desde el minuto uno hizo que mi gran pasión fuera la suya, y por ende ahora para mi él es lo más grande.
La caza quiso aflorar en mi a corta edad, de manera natural e involuntaria se despertó por ahí dentro ese valor intrínseco e innato que todos llevamos dentro. Soy cazador de los que nace, ¡Qué le vamos a hacer! La actividad cinegética no era una tradición familiar muy afianzada en mis congéneres más directos, y tan solo el tío Mariano fue quien puso origen al desarrollo de lo que hoy es mi forma de vivir, y ojalá el señor me dé salud para disfrutar de la memoria que le guardo hasta el final de los días.
Mi padre, acérrimo al futbol hasta entonces, dejo de ser lo segundo para empezar a darle cabida al amor por lo primero, y no dudo nunca en firmar sus pasos junto a los míos para acompañarme en todo aquello que me hiciera disfrutar a mí. Allí donde hay un vacío llega él, junto a mi madre, para que mi camino siga estando lleno de vida, de salud y de caza, mucha caza.
Ojalá aquellos malditos bastardos que destierran nuestra actividad y los lazos que conlleva pudieran tener la oportunidad de salir a cazar con un padre como el mío, solo así se darían cuenta que lo que algunos defendemos no es solo la actividad en sí, muy por encima queda todo lo que le concierne y la manera de sentir que conlleva.
Sé lo que digo.
Gracias Mamá. Felicidades Papá.
